top of page

Prólogo.

 

El motivo de la escritura de este libro es incrementar el acervo de la cultura financiera referente a Productos Derivados y se hace bajo el convencimiento de que México todavía puede mejorar en la producción de cultura financiera. De esta forma satisfacer las necesidades de los posibles lectores en su calidad de empresarios profesionales, lo que puede servir como referencia para  que los interesados puedan conocer  los mercados de derivados en los cuales pueden invertir alternativamente o bien para cubrir sus riesgos. 

 

La falta de producción de cultura financiera evita que la administración de riesgos en las empresas y entes económicos permee para lograr una mayor eficiencia y rentabilidad de los negocios. Es por ello, que se dice que “al mexicano le gusta especular” ya que no tiene certidumbre del futuro de su negocio al adolecer de una planeación financiera y su dejando su futuro al azar, desestimando que los mercados premian en el largo plazo a las empresas que tienen estabilidad y eliminan la volatilidad (incertidumbre) de sus ingresos.

 

En el sector financiero Mexicano el uso de la administración de riesgos utilizando productos derivados está polarizada, ya que, aún existen algunos participantes institucionales y bancarios que no se muestran interesados en tomar ventaja de los productos derivados para cubrir los riesgos que tienen en sus fondos o tesorerías.

 

Actualmente, existen regímenes de inversión más abiertos para diversos participantes que les permite utilizar entre ellos productos derivados financieros o de bienes perecederos (“commodities”) el cual es permitido y diseñado por las autoridades financieras. Ciertos participantes optan por iniciar con la utilización de los productos derivados que se encuentran en mercados organizados y reconocidos por la autoridades financieras, como lo son, las bolsas.

En el caso de México se tiene como bolsa de derivados al “Mercado Mexicano de Derivados, (MexDer)”; en Estados Unidos se tienen muchos mercados organizados y reconocidos, como lo son las bolsas, entre ellas está el grupo de bolsas que integran el “Chicago Mercantile Exchange, (CME)”, este caso se replica en otros países y regiones del mundo.

 

Una característica importante de los productos que se encuentran en estas bolsas es que se trata de productos estandarizados y de conocimiento público y esto propone que sean de fácil entendimiento.

 

Por lo general, el siguiente paso de los participantes de derivados en bolsa, es complementarlos con operaciones en instituciones financieras privadas, quienes les diseñan un plan  adecuado a sus necesidades, lo cual implica un mayor grado de sofisticación. A estos se les denomina productos derivados extrabursátiles o fuera de bolsa u “Over the Counter” por sus siglas en inglés OTC que en español significa “Sobre El Mostrador (SEM)”. Bajo este esquema, el premio para las instituciones financieras históricamente ha sido mayor debido a la estructuración y diseño del derivado en cuestión y esto puede traer una repercusión en el rendimiento del cliente final, a cambio de un traje hecho a la medida de sus necesidades.

 

Por otro lado, en el sector corporativo  se empieza a desarrollar una cultura de administración de riesgos que, contrario a lo comentado anteriormente, ha preferido iniciar sus operaciones de cobertura en el mercado extrabursátil y no en Bolsa, sin descubrir y comparar algunos de sus beneficios como: son la transparencia, la liquidez, el riesgo de crédito y la contratación. Esto puede deberse a la facilidad con  la que se adecuan a sus necesidades en cuanto a monto y fecha de vencimiento y el hecho de no tener que vigilar la posición sino hasta el vencimiento sin importar el riesgo de crédito y el costo final, en algunos casos.

 

En el caso de las personas físicas el interés por operar directamente productos derivados es muy vago y estos participantes buscan obtener un rendimiento mayor con riesgos mayores, apostando en el mercado bursátil en acciones o en certificados emitidos por las empresas, contratando un mayor riesgo de incumplimiento a cambio de un mayor pago de intereses (rendimiento) y probablemente sin conocer, realmente, lo que están haciendo y sin saber que estos riesgos se pueden mitigar y replicar con productos derivados. Sin darse cuenta de que los productos derivados también pueden servir para amplificar los rendimientos y paralelamente adoptando el riesgo de amplificar las posibles pérdidas.

 

Algunos intermediarios financieros ofrecen a cierto grupo de participantes derivados como los Warrants con capital garantizado hasta el cien por ciento y cuyo rendimiento puede ser ligado a algún índice de bolsas (como el de la Bolsa), a una acción o grupo de acciones o a algún otro producto en cuestión. Sin embargo, es difícil pensar que se les ofrezca el acceso a un producto derivado para administrar sus riesgos, como lo podrían hacer contratando derivados en mercados reconocidos donde la contratación puede ser muy sencilla, y lo preocupante es que esto podría ser por falta de conocimiento por parte del ejecutivo de relación o aún más preocupante porque el premio pudiera ser muy bajo en relación con otro tipo de instrumentos.

 

Con respecto a la contratación de derivados extrabursátiles, es complicado imaginar que se les ofrezcan dado que el proceso de apertura de la cuenta puede llegar a ser muy complicado y cuestionable, aunque la rentabilidad  para el ejecutivo de ventas probablemente sería mayor que la obtenida ofreciendo derivados en bolsa.

 

Las autoridades mexicanas y en otras partes del mundo han emitido nuevas disposiciones  que pretenden regular las actividades y la ética de los profesionales que se dedican a las ventas de productos financieros. Este libro busca ser una herramienta de apoyo para los profesionales y participantes del mercado y en el conocimiento y manejo de productos derivados y el entendimiento de los diferentes mercados en el que se pueden contratar estos para el manejo de riesgos o bien para especular con los riesgos que esto conlleva.

 

En estas últimas dos décadas las universidades han hecho una buena labor mejorando la cultura financiera de los futuros participantes de los mercados entre ellos el de derivados, y cerrando un poco la ventaja que en otros países se tenía en materia de administración de riesgos con productos derivados.

En los países desarrollados esta cultura de administración de riesgos viene dando desde hace siglos, principalmente con bienes perecederos y a raíz de la cancelación de acuerdo de Bretton Woods (patrón oro) con activos financieros. Este hecho dictó la liberación del precio de todas las monedas en relación al precio del oro, dejándolas a libre flotación y teniendo como consecuencia la aparición de las variaciones fuertes en sus precios, conocida como volatilidad. Desde entonces se han desarrollado productos para cubrir los riesgos de los instrumentos financieros, que los participantes de los innumerables mercados adquieren para invertir sus recursos entre estos productos se encuentran precisamente los productos derivados cuya materia se busca abarcar de manera general en este libro.

 

bottom of page